Su tremendo ruido despertó a sus habitantes del sueño en el que se encontraban y de un salto ancianos, hombres, mujeres y niños fuero a verla.
Allí estaba plantada, firme y recta... callada, dejando que el silencio hablara por si solo, pasaron minutos y horas, meses y años hasta que por fin comprendieron que debían empezar a unir sus fuerzas para repararla.
Texto: Sonia Sempere
Fotos: Sonia Sempere
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