Pues sí, una mañana me desperté y me di cuenta de que perdí la bola,
algo me faltaba en mi cordura, noté que un cabo suelto escapaba hacia vete a saber donde, se me enredó por todo el cuerpo hasta cubrirme de tayajos... y me di cuenta de que eso es lo que soy,
una rayada.
Texto: Sonia Sempere
Fotos: Sonia Sempere
Y mis agradecimientos a Gema por sus risas tras las cámaras.
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